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domingo, 20 de octubre de 2013

Obesidad y embarazo


Rafael Marín Medina, ginecólogo y obstetra con subespecialidad en biología de la reproducción, afirma que este tipo de casos debe tener un estrecho seguimiento durante su control prenatal.
"Prácticamente el 60 por ciento de nuestras pacientes tienen obesidad y este es un problema que definitivamente va a la alza. Hace 10 años no veíamos lo que vemos ahora, ha ido en aumento", advierte.
El especialista comparte que antes de que una mujer contraiga matrimonio, durante su consulta preconcepcional con su ginecólogo se tocan varios temas, y uno de los más importantes es el de su peso.
"Para saber si tiene obesidad o no, usamos el índice de masa corporal (IMC), que es peso sobre talla al cuadrado. Nosotros vamos a considerar a una paciente obesa cuando su IMC está arriba de 30.
"Es por esto que se les sugiere embarazarse con un IMC de 20 a 25, para evitar todos estos problemas", menciona el director médico de la Clínica de Reproducción Asistida y Ginecobstetricia.
Si de cualquier manera se embaraza, los médicos recomiendan que se someta a un régimen alimenticio y de ejercicio para disminuir los riesgos, tanto para ella como para su producto, agrega Marín Medina.
"Hace años un recién nacido de 4 kilos o más, común de estas mujeres, se consideraba una bendición, pero ahora se sabe que tienen mayores probabilidades de que tengan sobrepeso, obesidad, diabetes o hipertensión".
 
 
 
PARTO COMPLICADO
 
Si la madre pudo librar las complicaciones del embarazo, y el periodo de nueve meses llegó a buen término, es probable que se enfrente a un trabajo de parto más prolongado de lo normal.
Rafael Marín Medina, ginecólogo y obstetra, advierte que el trabajo de parto tiene una duración de 7.4 horas, en contraste con las 6 horas de una paciente con peso normal.
"Si tiene presión alta o es diabética, muchas veces se tiene que inducir el embarazo antes de tiempo, cuando lo normal es que esperemos a que naturalmente desarrolle su trabajo de parto.
"También tiene mayores probabilidades de que al ponerle el medicamento para inducir el trabajo de parto, éste no sea exitoso", afirma el director médico de la Clínica de Reproducción Asistida y Ginecobstetricia.
Además, como hay una alta probabilidad de que el bebé nazca con un peso superior a cuatro kilos, es necesario programar una cesárea.
También hay más riesgo de distocia de tejidos, esto significa que al haber más grasa en el canal del parto, se dificulta la salida del bebé.
"A la hora de salir la cabeza, los hombros no salen. Entonces, se extrae con mayor fuerza, lo que aumenta el riesgo de lesión en el plexo braquial y que quede con una parálisis en el brazo.
"Generalmente, son momentáneas y se recuperan, pero existe cierto porcentaje de bebés que pueden quedar con una lesión permanente", explica Marín Medina.
Por el alto porcentaje de grasa corporal de la mujer, es difícil administrarle la anestesia. Estudios indican que en un 42 por ciento este procedimiento falla.
Cuando no se puede aplicar el bloqueo epidural, se tiene que intubar a la paciente, lo cual también resulta complicado por la misma obesidad, añade el ginecólogo y obstetra.
Marín Medina dice que aun si no pasa nada de lo anterior, los riesgos no terminan, ya que después del parto, la mamá puede presentar atonía uterina, es decir, sangrados después del parto, a consecuencia de que el útero estaba más distendido de lo habitual.
 
 
 
EMBARAZO ACCIDENTADO
 
Los nueve meses que transcurren desde la concepción hasta el alumbramiento, en una mujer con peso elevado, son básicamente un campo minado, con la probabilidad de múltiples enfermedades que la madre debe esperar no se manifiesten.
Rafael Marín Medina, ginecólogo y obstetra con subespecialidad en biología de la reproducción, indica que la posibilidad de que pierda el producto casi se duplica en comparación con una mujer de peso normal.
"Es frecuente la muerte fetal, debido a su complexión. La mayoría de las veces ocurre al final del embarazo a causa de una interrupción del flujo de sangre, por las enfermedades asociadas", advierte.
Una de ellas es la diabetes mellitus gestacional. Mientras que una paciente no obesa tiene 4 por ciento de probabilidades, en una con obesidad se eleva hasta el 12 por ciento.
"Esto nos habla de que su cuerpo no está manejando adecuadamente los carbohidratos, y si no se cuida, tiene una alta probabilidad de desarrollar diabetes unos años después del embarazo", resalta el experto.
Otras son las enfermedades hipertensivas en el embarazo, como la preclampsia, en la que la presión arterial de la mujer se eleva, con una presencia importante de proteínas en la orina.
Un problema relacionado con alteraciones en la presión es la hipertensión gestacional, que es muy similar a la preclampsia, sólo que sin la pérdida de proteínas en la orina.
"Otro riesgo importante en las pacientes obesas es que tengan un parto prematuro: un bebito que nazca antes de las 37 semanas puede requerir cuidados intensivos", afirma el ginecólogo y obstetra.
También tienen mayores probabilidades de experimentar un embarazo múltiple. En mujeres con un peso normal el porcentaje es del 0.5 por ciento, mientras que en las obesas sube al 1.1.
"También aumenta el peligro de infecciones en las vías urinarias hasta en un 42 por ciento, porque la velocidad con la que se vacía la orina está disminuida y eso hace que que sea más fácil una infección", señala.
 
 
 
DIETA Y EJERCICIO, CON CUIDADO
 
Una de las primeras inquietudes de las embarazadas es cuánto van a subir de peso, comparte Rafael Marín Medina, ginecólogo y obstetra con subespecialidad en biología de la reproducción.
"Si la mujer es muy delgada puede subir de 12 a 18 kilos. Si se encuentra en su peso ideal debe aumentar de 11.5 a 16 kilos, y si tiene sobrepeso, el rango va de los 7 a los 11.5 kilos.
"Pero si tiene obesidad lo máximo que puede subir son 9 kilos, y desafortunadamente son el tipo de pacientes que más suben. Suben 20 o hasta 25 kilos", menciona.
Esto sucede porque son más susceptibles a mantener o empeorar sus hábitos alimenticios que las mujeres más delgadas, quienes por lo general conservan sus hábitos intactos.
Lo primero que debe hacer una embarazada obesa es someterse a un control estricto de su régimen alimenticio, bajo la supervisión de un nutriólogo y su ginecólogo, para no afectar el desarrollo neurológico del bebé.
"Podemos dividirlas en dos: las que nunca han hecho ejercicio, y las que sí. Las primeras, lo mejor es que caminen de noche, sin llegar al cansancio extremo, pero también pueden hacer aerobics, acuaerobics, bicicleta o caminadora estacionaria.
"Las segundas pueden hacer cualquier cosa sin ningún problema, pero sin llegar al cansancio extremo, siempre y cuando no exista una contraindicación médica que les impida hacer su rutina", señala Marín Medina.
Cuando existe obesidad mórbida, y la dieta y el ejercicio no provocan ningún impacto, el ginecólogo obstetra sugiere la posibilidad de someterse a una cirugía bariátrica antes del embarazo.
Esto es para que alcance las condiciones adecuadas, y al momento de que llegue a un peso establecido se pueda pensar en el embarazo, con el propósito de reducir el riesgo para ella y el producto.
"Sólo hay que tener cuidado, porque si está en el proceso de bajar de peso, ya sea por una dieta o por cirugía, no es recomendable embarazarse, porque no le conviene al bebé", enfatiza.
 

Fuente: El Norte